17 junio 2006

Complot contra la Iglesia

Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia,
y las fuerzas del infierno no
prevalecerán sobre ella.

(San Mateo 16: 18)


A continuación, se presenta la historia verídica de una conjura que desafía los límites de la imaginación más descabellada. Sin embargo, es completamente real, aunque solo en fechas recientes se han ido filtrando y conociendo los detalles relacionados con el caso que aquí nos ocupa, cuyo trasfondo está siendo confirmado a la luz de otros sucesos políticos recientes en México que han ido ocurriendo con motivo de la sucesión presidencial. Se trata de una conspiración cuyas posibilidades de éxito solo podrían haber sido concebidas como algo posible en las mentes de unos individuos desquiciados que cuatro décadas más tarde estarían emprendiendo otra aventura similar para conquistar las redes del poder en México a través del fanatismo, la infiltración, la intimidación, y el terror. Es una historia que nos hará regresar a los años sesenta del siglo pasado, cuando se llevó a cabo lo que puede considerarse como uno de los más increíbles intentos en la Historia por convertir, o mejor dicho, pervertir, al mismo corazón de la Iglesia Católica, transformándola de tajo, tomando por asalto las almas de sus pastores con la extraordinaria sutileza del engaño y la perfidia que solo puede brotar de los más obscuros confines en los cuales se esconde y florece el Mal.

Nos remontamos hacia el 11 de octubre de 1962. En la Ciudad del Vaticano, convocado por el Papa Juan XXIII





mejor conocido como "el Papa bueno", fué inaugurado el Concilio Vaticano Segundo:





Más de 2 mil 500 sacerdotes estuvieron presentes en la misa de apertura, la mayor congregación de sacerdotes oficiando una misa comunitaria en la historia de cualquier otro Concilio celebrado por la Iglesia Católica. En su mensaje de apertura, el Papa Juan XXIII dijo que el Concilio debía ser tomado como una oportunidad para llevar a cabo una renovación de la Iglesia de cara al mundo moderno, aclarando que en el pasado la Iglesia había considerado necesario usar la severidad y la condena pero que lo que ahora se requería era la compasión y la comprensión. La misión del Concilio era buscar y encontrar las maneras en las cuales la Iglesia se podía presentar a sí misma ante el mundo contemporáneo, y no debía ser una escuela en donde los teólogos pudieran perfeccionar su concepto de la verdad católica.

Desde un principio, en el Concilio Vaticano Segundo se observó la formación de dos grupos, un grupo tradicionalista, resistente a cualquier cambio o modificación, y otro grupo, un grupo "progresista", que veía la necesidad de incorporar dentro de la Iglesia una nueva actitud para enfrentar un mundo cada vez más materialista y tecnificado, un grupo más orientado a las necesidades pastorales de los feligreses. Los asuntos a discutir eran tan variados como complejos. Lo viejo y lo nuevo. Lo que es inmutable y lo que es modificable. La unidad de la Iglesia y su universalidad.

Pero a espaldas de la Iglesia Católica, y poco antes de que fuese inaugurado el Concilio Vaticano Segundo, meses atrás ya se había puesto en marcha desde México un plan de acción para aprovechar esta coyuntura histórica con el fin de hacer girar la doctrina de la Iglesia hacia un catolicismo a ultranza que, por sus orígenes, de hecho era ferozmente anti-Cristiano y anti-Católico. El mismo año en que fue inaugurado el Concilio Vaticano Segundo, se inició lo que puede ser considerado como la más osada ofensiva llevada a cabo por la extrema derecha mexicana para infiltrar e inculcar sus ideas dentro de la milenaria Iglesia Católica, a través de un libro que salió a la luz el mismo año en que dió inicio el Concilio Vaticano II.

Este voluminoso libro (¡más de 700 páginas!) llevó como título "Complot contra la Iglesia", y fué presentado como un libro escrito por "alguien" que en su momento solo dijo llamarse Maurice Pinay. Pero quedan pocas dudas de que este libro fué de principio a fin una hechura de la extrema derecha mexicana. Su extensión y su aparentemente bien documentada bibliografía han hecho inclusive que el libro haya sido traducido a otros idiomas como el Inglés por extremistas radicales de otros países quienes consideran que quienquiera que haya estado detrás de la elaboración del libro tenía mucho que aportar en el revisionismo de la Historia.

El voluminoso libro, de lectura pesada, está estructurado en cuatro partes:

(1) El Motor Secreto del Comunismo

(2) El Poder Oculto tras la Masonería

(3) La Sinagoga de Satanás

(4) La Quinta Columna Judía en el Clero

Una cosa que puede llamar la atención del lector, sobre todo del lector incauto, es que al final en la bibliografía del libro, además de la literatura propia de derecha extrema que se cita como importantísimo punto de referencia, se incluye también una cantidad extraordinaria de literatura sobre la cual no se puede objetar ideología radical alguna, como la "Opera Omnia" de Santo Tomás de Aquino, o los "Tratados" de San Atanasio ("Tratado de la Encarnación", "Contra Arrianos", etc.), o el "Tratado sobre los Salmos" de San Agustín, e inclusive se llega al extremo de citar a la misma Enciclopedia Judaica Castellana en su edición de 1948. Pero esto no es más que una trampa extraordinariamente bien tendida para darle credibilidad a lo que se quiere propalar, sobrecargando al lector con un exceso de información que prácticamente lo obliga a aceptar como cierto todo lo que está leyendo, tomando en cuenta que ningún lector tiene al alcance de su mano una biblioteca que cuente con todos los libros y las referencias que se están citando. Y es aquí por donde muchas mentiras y burdas falsedades son deslizadas. Es aquí por donde muchas expresiones son tomadas fuera de contexto, para hacerle creer al lector una cosa completamente diferente de lo que realmente se dijo. Quien haya leído otros libros de la extrema derecha como "Derrota Mundial" de Salvador Borrego seguramente ya está familiarizado con esta técnica. Es una técnica de "lavado de cerebro", usada con todo dolo y mala fé, con toda la malicia del mundo, lo cual es de esperarse al provenir de individuos que no son precisamente ángeles ni santos.

El libro "Complot contra la Iglesia" fue el único libro escrito por Maurice Pinay. No existe ningún otro libro, artículo, o ensayo suyo del que se tenga conocimiento alguno. La razón de esto es que la elaboración y la publicación del libro estaban dirigidas con un objetivo principal en mente: los obispos y los cardenales que estarían atendiendo el Concilio Vaticano Segundo. Estaba encaminado a convertir a la mayoría de ellos a la causa de la extrema derecha, fanatizando a todos los que se pudiese fanatizar. Esta fue la única razón de ser de Maurice Pinay. Una vez publicado el libro, "Maurice Pinay" desapareció para siempre sin que nunca nadie más volviera a saber de él. Pero pocos sabían cuando el libro fue publicado e impreso en grandes cantidades que Maurice Pinay era una persona inexistente. Nunca existió. Era tan solo un seudónimo. Y ni siquiera es el seudónimo de una sola persona. Fue el seudónimo utilizado por el mismo grupo de extremistas mexicanos que se manejan desde los confines de la sociedad secreta neo-Nazi "Tecos" que controla todo lo que sudede dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Cuando se juntaron las mejores mentes con las cuales cuenta la organización para escribir el libro, tenían como objetivo el propósito increíblemente ambicioso de influír de manera decisiva dentro de la Iglesia Católica desde antes de que se llevara a cabo la apertura del Concilio Vaticano Segundo convocado por el Papa Juan XXIII, a sabiendas de que este Concilio había sido convocado para llevar a cabo la modernización de la Iglesia. Puesto crudamente, el propósito del libro -el cual fue distribuído gratuitamente a todos los Obispos asistentes al Concilio Vaticano Segundo- era ni más ni menos que la ultraderechización de la Iglesia Católica, una institución milenaria que fue expuesta con el ofrecimiento de esta manzana a la tentadora seducción de las ideologías con las cuales muchos profesionistas y jóvenes mexicanos han sido reclutados dentro de la extremista Organización Nacional del Yunque.

Al final de la versión en Español del libro en su edición de 1968 (el mismo año en el cual se llevó a cabo en México la brutal matanza de Tlatelolco muy posiblemente instigada por la extrema derecha mexicana), hay una nota que dice firmando al calce: "México, D. F. el primero de septiembre del año del Señor de 1968. -LA COMISION DE SACERDOTES CATÓLICOS QUE ORDENÓ ESTA EDICIÓN". Esta cita es extraordinariamente valiosa porque señala un reconocimiento implícito de que el libro se produjo en México. Aquí el orgullo fanfarrón de quienes estuvieron detrás de la obra se encargó de delatar el país de origen. Sin embargo, en lo que respecta a "la comisión de sacerdotes católicos que ordenó esta edición", esto tan sólo es un escaparate, una fachada. Aunque con el fin de borrar huellas los Tecos y pre-Yunquistas que estuvieron detrás de la creación del libro "Complot contra la Iglesia" se encargaron de propalar posteriormente los rumores de que fueron doce sacerdotes agrupados detrás del seudónimo Maurice Pinay quienes colaboraron para producir tan voluminoso libro (después de todo, si Jesús tuvo doce apóstoles, ¿por qué ellos no?), cualquiera que esté familiarizado con los otros libros de apoyo utilizados por la extrema derecha mexicana se dará cuenta de que "Complot contra la Iglesia" es una fabricación elaborada con la misma propaganda utilizada en otros libros de la extrema derecha (salpicada aquí y allá con numerosas citas y referencias tomadas de la Biblia y de otros textos mucho más respetables y honestos para darle credibilidad al libro). Quienes produjeron el libro dejaron sus huellas con suma claridad, y esas huellas apuntan directamente hacia ellos, hacia la derecha radical neo-Nazi de México. A manera de ejemplo, repasando la "docta" bibliografía utilizada por "Maurice Pinay", encontramos que cita como referencia un libro muy popular entre la extrema derecha mexicana en los tiempos de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el libro "Israel Manda", publicado también bajo otro seudónimo, un tal "Duque de la Victoria" detrás del cual se esconde la identidad de su verdadero autor, un personaje con obvias lealtades a las creencias de ultraderecha mexicana. Otro libro citado como referencia es la tercera edición del libro "La Gran Conspiración Judía", elaborado bajo otro seudónimo, el de un inexistente "profesor rumano de la Universidad de Bucarest", Traian Romanescu, quien era en realidad Carlos Cuesta Gallardo, uno de los primeros "Tecos" fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Y cita -desde luego- a sacerdotes católicos infectados con la propaganda Nazi, tales como el Padre Denis Fahey, el Padre Charles E. Coughlin, y otros como ellos (los cuales, al igual que "Maurice Pinay", negaron cínicamente el ser antisemitas).

El libro, pese a ser un cebo de la extrema derecha para ganar aceptación entre los asistentes al Concilio Vaticano Segundo, abiertamente propone que los judíos deben ser expulsados o esclavizados, despojados de sus propiedades, segregados de la sociedad, y obligados a llevar marcas visibles para identificarlos con facilidad, llegando al extremo de proponer la remoción de todos aquellos católicos que tengan detrás algún ancestro judío acusándolos de ser una quintacolumna corrompiendo a la Iglesia Católica por dentro. Tomemos algunos párrafos al azar del libro "Complot contra la Iglesia", para quitarnos la duda de que el libro es esencialmente una obra para convencer al lector desprevenido en las estrambóticas teorías de la extrema derecha mexicana, según las cuales hay una conspiración internacional coordinada magistralmente entre judíos, masones, comunistas, ateos y agnósticos para apoderarse del mundo y de paso acabar con la Iglesia Católica. (Al ir leyendo los párrafos, es importante que el lector tenga presente en todo momento que el comunismo, como sistema económico-social, dejó de existir hace más de una década, en 1991 para ser exactos, por lo que varias de las referencias en los párrafos se encuentran ya burdamente obsoletas):

"La judería internacional tiende en conjunto al socialismo comunista de Marx realizado por ellos actualmente en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en todos sus satélites, porque el comunismo es la meta inmediata de sus aspiraciones de dominación mundial y de poder omnímodo sobre todos los pueblos de la Tierra. Siempre han manifestado tal criterio y desde el principio han tendido conjuntamente a este fin. Este resultado final comunista es concebido por todos los judíos como su propia meta con una absoluta unanimidad, aunque muchas personas no judías, defectuosamente informadas o intencionalmente engañadas, piensen que el gran número de judíos multimillonarios que hay en el mundo y que incluso dominan las finanzas mundiales, tienen que estar situados frente a esa tendencia que trata de arrebatarles sus riquezas. A simple vista, nada más lógico que pensar en un acaudalado financiero, en un rico comerciante o en un importante industrial como el enemigo natural más acérrimo del comunismo; pero si los industriales, comerciantes o financieros son judíos, no habrá la menor duda de que serán también comunistas, ya que el socialismo comunista de Marx ha sido creado y realizado por ellos no para perder los bienes que poseen, sino para adueñarse de todos los demás que aún no les pertenecen y acaparar en sus manos toda la riqueza mundial, que según su sentir detentan indebidamente todos los que no son de la raza israelita."

(Primera Parte, EL MOTOR SECRETO DEL COMUNISMO, Capítulo Cuarto, "Los Financieros del Comunismo")

"Los judíos propagaron el culto a Lucifer, primero en algunas sectas gnósticas, después, por medio de las sectas secretas luciferianas y satanistas y principalmente por medio de la magia diabólica, conocida vulgarmente como magia negra, cuyas doctrinas derivan de la Cábala hebrea y cuyos propagadores principales en todos los tiempos han sido los israelitas, constituyendo el aspecto más perverso de dicha magia su adoración al demonio."

(Cuarta Parte, LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO, Capítulo Trigésimo Tercero, "Los Judíos, Propagadores del Culto a Satanás").

"Los judíos en los estados comunistas han asesinado y siguen asesinando a millones de cristianos, tienen encarcelados a millones y esclavizados a todos. Están organizando en todas partes movimientos subversivos y guerras civiles que provocan constantes y crueles derramamientos de sangre; y como todos los criminales, tienen pánico de recibir su merecido castigo; por ello, derramando millones de dólares en el mundo libre, tratan de evitar que tome fuerza la natural reacción antijudía, tendiente a impedir el triunfo comunista con un ataque efectivo a la cabeza y, tratan de impedir que, si los patriotas triunfan, puedan castigar a los judíos culpables y les impidan seguir causando tantos males a la humanidad. Entre los medios utilizados para impedir que la humanidad pueda defenderse eficazmente de su mortales enemigos, están fundando en todas las naciones, aun a costa de enormes gastos, confraternidades o asociaciones de acercamiento judeo-cristiano. En el mundo comunista no es necesario tirar el dinero en esas bagatelas, pues todo intento cristiano de defenderse de los judíos, es declarado antisemitismo y considerado delito contrarrevolucionario, tanto por las leyes soviéticas como por las de los estados satélites, y por lo tanto, castigado con la pena de muerte en casos graves o con la larga prisión en casos leves. En los Estados Unidos se llegaron a fundar hasta iglesias mixtas con reuniones conjuntas de judíos y protestantes, mismas que ahora están transplantando con algunas modalidades al mundo católico, aprovechándose de su infiltración secreta en el clero que le permite tener dentro del mismo muchos agentes incondicionales."

(Cuarta Parte, LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO, Capítulo Cuadragésimo Tercero, "Fraternidades Judeo-Cristianas, ¿Logias Masónicas de Nuevo Cuño?").

"Entre los nuevos datos que sobre el Judaísmo y su revolución comunista aporta este libro, figura en forma impresionante, todo el secreto de la estrategia judía en el mundo árabe, llevada a cabo con cálculo premeditado por el Estado de Israel por un lado y la Unión Soviética y otros países comunistas por el lado aparentemente contrario, que en forma de pinza están estrangulando a los árabes, de acuerdo con un plan secreto, inteligente y audaz, aprobado en los organismos ocultos del Judaísmo internacional, que controlando los dos brazos de la pinza, o sea el Estado de Israel y los goniernos judaicos de la Unión Soviética y otros países comunistas, bajo la apariencia de una pugna más escandalosa que real, entre el primero y los segundos, ha colocado a los pobres árabes ante el dilema aterrador, de que o se rinden a Israel, o para evitarlo, tienen que aceptar la ayuda de los comunistas, caayendo paulatinamente en la órbita soviética, hasta convertirse primero en sus satélites, para ir sucumbiendo después progresivamente bajo su dominio. Es claro que en semejantes circunstancias, cualquiera de estas dos cosas que ocurran, será benéfica a los intereses del Judaísmo internacional, y altamente perjudicial para los árabes, y para el resto de la Humanidad, conquistada ya en parte por el imperialismo judío, y amenazado el resto por dicha conquista."

(Cuarta Parte, OTROS SECRETOS DEL JUDAÍSMO, Anexo, "La Pinza Soviético-Israelita Estrangula a los Árabes").

"Cuando parecía que Europa iba a ser conquistada por el imperialismo judaico y su revolución comunista, empezaron a surgir en el viejo continente distintas organizaciones patriotas intentando salvar a sus naciones del inminente peligro, cosa que hubieran quizá logrado, si la principal de ellas, el Partido Nacional Socialista Alemán (¡el Nazismo!), no se hubiera extraviado por senderos equivocados, que iban con el tiempo a ser causa decisiva de que este resurgimiento europeo se viera lamentablemente frustrado. El propio racismo hebreo no sería peligroso si se limitara a tomar medidas internas para el mejoramiento de su raza o conjunto racial, incluso la prohibición de matrimonios mixtos en el seno del pueblo judío nada nos interesaría. Lo que torna peligroso e inaceptable el racismo israelita es su carácter agresivo e imperialista, que se cultiva con miras a conquistar y esclavizar a otros pueblos y que se ejerce en perjuicio de los legítimos derechos de otras razas. Lo mismo puede decirse del racismo nazi. Nadie puede desconocer las grandes cualidades de la raza nórdica (léase: la raza Aria), ni el derecho que pudo tener el pueblo alemán a mejorar las excelencias de su raza, o mejor dicho, del conjunto racial que lo integra. Nadie puede tampoco negarle el derecho de defenderse del imperialismo hebreo, menos aún la Santa Iglesia, que durante diecinueve siglos ha venido luchando en forma tenaz y heroica en contra de las acechanzas de la Sinagoga de Satanás."

(Cuarta Parte, LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO, Capítulo Cuadragésimo Primero, "Los Errores Nazis e Imperialistas").

"Es curioso notar que los hebreos en la actualidad predican el pacifismo y el desarme en el mundo libre, ya sea directamente o por medio de las organizaciones masónicas, teosóficas, partidos socialistas, comunistas, infiltraciones secretas que tienen en las diversas Iglesias cristianas, prensa que controlan, radio y televisión, etc., mientras que en la Unión Soviética y demás estados sujetos a la dictadura socialista totalitaria inculcan al pueblo el belicismo. Es también importante hacer notar que los judíos al término de la pasada guerra mundial, después de desarmar a los Estados Unidos y a Inglaterra en forma peligrosísima, han ido entregando al comunismo posiciones vitales y destruyendo, al mismo tiempo, las defensas básicas de esas dos grandes potencias, armando hasta los dientes a la URSS y a los demás países comunistas, incluso con gigantescos recursos bélicos sacados traidoramente de esos dos países por los hebreos quintacolumnistas que han controlado los gobiernos de Washington y Londres, incluyendo los secretos atómicos y de los proyectiles cohete."

(Cuarta Parte, LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO, Capítulo Décimoctavo, "Los Judíos Traicionan a sus más fieles Amigos").

Todo el libro "Complot contra la Iglesia" está estructurado exactamente de la misma manera, con los mismos argumentos, repetidos una y otra vez hasta el cansancio, tal y como lo hiciera el Ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels. Tras leer estos párrafos tomados al azar, ¿puede existir todavía alguna duda de que "Complot contra la Iglesia" es, en esencia, un libro propagandístico elaborado para jalar a nuevos incautos hacia la causa de la extrema derecha?

Se puede refutar que en la elaboración de "Complot contra la Iglesia" hayan estado involucrados sacerdotes católicos porque la secrecía con la cual se manejaron quienes construyeron el libro "Complot contra la Iglesia" no es una secrecía propia de un sacerdote católico, habido el hecho de que lo que se presenta en dicho libro no es resultado alguno de un secreto de confesión a lo cual sí está obligado todo sacerdote católico, más bien es una secrecía propia del cobarde, propia de la forma en la cual se manejan las sociedades secretas de la ultraderecha como los Tecos de la Autónoma de Guadalajara y sus nexos-filiales como el MURO de la UNAM. Han transcurrido ya casi cuatro décadas desde que el libro fue producido en 1962, y aún no es tiempo de que alguno de esos supuestos "doce sacerdotes" o quienesquiera que hayan sido los verdaderos autores quieran tomar responsabilidad alguna por su parte en la producción del libro, por la sencilla razón de que no hubo sacerdote alguno en la actualidad que haya estado detrás de la elaboración del mismo (si lo hubo, por congruencia propia con la ideología ultrafanática que ciertamente profesa, debió haber dejado los hábitos desde la fecha en la que culminó el Concilio Vaticano Segundo, solicitando de inmediato su membresía en la Organización Nacional del Yunque utilizando los conductos adecuados).

La pregunta clave en esta historia es: ¿tuvieron algún exito los planes de la derecha radical de México para lograr lo que querían sobre lo que se estaba decidiendo en Roma?

La respuesta es, afortunadamente, no.

Una vez que el Concilio Vaticano Segundo hubo concluído sus trabajos el 8 de diciembre de 1965, quedó claro que los intentos por fanatizar a la Iglesia Católica con las doctrinas pregonadas por la extrema derecha mexicana habían fracasado miserablemente. En conjunto, los sacerdotes, los obispos y los cardenales asistentes al Concilio Vaticano Segundo demostraron una madurez extraordinaria y en su gran mayoría (incluyendo a los tradicionalistas) no se dejaron influír por las locuras con las que se les pretendía enajenar. Como resultado del Concilio Vaticano Segundo, la Misa Tridentina (misa oficiada en Latín) fue substituída por la misa oficiada en el idioma nativo de cada país en el cual se llevaría a cabo la ceremonia (anteriormente, los feligreses que iban a misa no entendían ni siquiera una sola palabra de lo que decía el sacerdote en Latín, y por lo tanto el significado real de los rituales litúrgicos estaba más allá de la compresión de quienes iban a escuchar la palabra de Dios; la adopción de la lengua nativa en los rituales de la misa -un cambio de forma más no de contenido ya que el ceremonial se dejó intacto sin cambio alguno- abrió una puerta de compresión y entendimiento que millones de católicos de otras épocas no tuvieron disponible). De mucho mayor interés lo fue la proclamación de "Nostra Aetate" (Nuestra Época) el 28 de octubre de 1965 por el Papa Paulo VI





y en especial la Cuarta Sección de Nostra Aetate encaminada a forjar un diálogo ecuménico abierto entre católicos y judíos para enmendar dos milenios de malos entendidos, produjo un shock entre los guías de la ultraderecha, los cuales aún no se reponen del impacto que tal golpe les introdujo en su base doctrinaria cimbrándola hasta sus cimientos. Esta fue la respuesta histórica de la milenaria Iglesia de Cristo al feroz asalto con el cual la extrema derecha mexicana a través de su aberrante manual de propaganda "Complot contra la Iglesia" intentó sumar a la Iglesia Católica a su campaña de odio y terror, algo diametralmente opuesto en todo sentido a la doctrina de amor que predicó el Señor Jesús. A partir de la publicación de Nostra Aetate, la ultraderecha mexicana perdió el sustento religioso para su lucha ideológica. Las grandes sumas de dinero invertidas para publicar tan voluminoso libro y las grandes sumas usadas para distribuír el libro en forma gratuita a los sacerdotes, obispos y cardenales que atendieron el Concilio Vaticano Segundo, resultaron a fin de cuentas dinero de la ultraderecha mexicana tirado al canasto de la basura.

La Iglesia Católica, representada por sus líderes espirituales, supo desde un principio reconocer el libro del inexistente Maurice Pinay como lo que realmente era, un intento por enajenar y corromper las almas de los mismos pastores de la Iglesia de Cristo. Supieron reconocer que el verdadero complot contra la Iglesia provenía no de unos rabinos citándose a escondidas a medianoche en un cementerio para urdir algún plan maestro para apoderarse del mundo, sino de unos individuos moralmente corruptos que escondiéndose bajo un falso catolicismo a ultranza intentaron envenenar con su fanatismo a la Iglesia de Cristo, al igual que aquella serpiente que con su perfidia y enorme poder de convencimiento llevó a la especie humana a su caída. La proclamación de Nostra Aetate por encima de las pretensiones de la conjura montada a través del manual de propaganda más elaborado que haya producido la extrema derecha de México representa ni más ni menos un triunfo contundente del bien sobre el mal.

Visto en retrospectiva, surge la pregunta obvia: ¿qué fue lo que motivó a los ultraderechistas mexicanos a creer que podían salirse con la suya, a creer que su plan podía tener alguna posibilidad de éxito? Sin lugar a dudas, la facilidad con la cual han ganado miles de adeptos para su causa utilizando los mismos materiales de propaganda y las mismas técnicas de lavado de cerebro. Sin embargo, sobredimensionaron sus alcances. Aquellos a quienes trataron de hacer caer en sus redes en el Concilio Vaticano Segundo no eran unos fácilmente influenciables chamacos de preparatoria o jóvenes de universidad. Eran adultos con sus criterios bien formados -la mejor defensa en contra de la tentación de caer en seductores fanatismos-, con estudios, y sobre todo, en su gran mayoría, con su fé religiosa bien asentada. Era gente preparada que en cuanto recibió la copia del libro que se le tenía preparado se dió cuenta inmediata del tipo de propaganda con la que se les quería seducir. Bajo estas condiciones, el fracaso de los radicales neo-Nazis no solo era anticipable. Era inevitable.

El verdadero complot contra la Iglesia no fue algo sabiamente urdido por un ejército de maquiavélicos rabinos diseminando entre sus creyentes toneladas de copias de ese presunto "manual" judío para la conquista del planeta conocido como los "Protocolos de los Sabios de Sión" (un burdo plagio inspirado en la sátira del abogado francés Maurice Joly titulada "Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu"). El verdadero complot contra la Iglesia partió de un grupo de enajenados ultraderechistas mexicanos que, escondiéndose tras el anonimato y recurriendo al engaño, pretendió cambiar el rostro de la milenaria Iglesia de Jesucristo para adecuarla a sus propios objetivos políticos radicales.

Aún pueden escucharse los gritos de júbilo que estallaron en los confines de la sociedad secreta de ultraderecha Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara el día en que murió el Papa Paulo VI (6 de agosto de 1978), al cual faltándole al respeto el mismo día de su muerte estuvieron calificándolo como un "Anti-Papa", celebrando con alegría macabra el deceso de Paulo VI rebautizado por ellos como "el Anticristo" y "la Bestia del Apocalipsis". Sin embargo, si tras la muerte de Paulo VI los Tecos de la Autónoma de Guadalajara y sus fieles seguidores en la Organización Nacional del Yunque esperaban que la Iglesia Católica diese marcha atrás en sus esfuerzos por establecer un diálogo permanente con las comunidades judías, se llevaron un buen chasco. Tras el corto reinado de Juan Pablo I, el Papa polaco Juan Pablo II reforzó aún más los contactos del Vaticano con los líderes religiosos judíos, y su sucesor el Papa alemán Benedicto XVI no tardó mucho tiempo en atender como invitado de honor una ceremonia religiosa en una sinagoga alemana y en visitar el campo de concentración de Auschwitz para rendir homenaje a las víctimas de la locura antisemítica que siempre ha caracterizado a la extrema derecha. La postura de la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano Segundo es ya irreversible, encarando de frente el hecho de que tanto católicos como judíos a fin de cuentas están venerando al mismo Dios.

El rechazo propinado por la Iglesia Católica a los intentos de la extrema derecha por fanatizarla fue un descalabro de proporciones colosales, no solo para la extrema derecha mexicana sino para los movimientos neo-Nazis de extrema derecha alrededor del mundo, algo que los ultraderechistas mexicanos aún no perdonan, y es común ver entre ellos y sus ideólogos cómo se refieren despectivamente a la Iglesia Católica después del Concilio Vaticano Segundo como una abominación, como una apostasía, como algo aberrante. Y los calificativos que le han propinado a todos los Papas a partir de Juan XXIII son tan bajos que no serán repetidos aquí. Baste con señalar que, a resultas del descalabro, los ideólogos de la extrema derecha mexicana no tardaron en incorporar a su propaganda chatarra la tesis de que la Iglesia Católica había caído ya "en manos de cripto-judíos y cripto-masones" dentro del gran plan para la supuesta conquista judía-masónica-comunista del mundo entero. Quizá a estas alturas, si pudieran, habrían tenido un enorme placer en repetir lo que hizo el mismo Hitler en los hornos crematorios de Auschwitz: la inmolación de sacerdotes católicos. Para los neo-Nazis tapatíos, a partir del momento en el que el Papa Juan XXIII inició su pontificado la Iglesia Católica cayó en manos "de la judería internacional", con la Santa Sede llenándose de "brujas disfrazadas de monjas" conviviendo en amasiatos y orgías con sacerdotes, obispos y Papas tras cuyos hábitos se esconden cripto-judíos, cripto-comunistas, cripto-masones, homosexuales, drogadictos, y esporádicamente, narco-satánicos. Para ellos, en el caldero de sus mentes calenturientas, el Apocalipsis ya comenzó, a partir del Concilio Vaticano Segundo, y están listos para encabezar batallas sangrientas en una guerra pseudo-santa bajo el estandarte de la ideología que los une (de cualquier modo, mientras llega el momento en que tenga que darse la matanza de los infieles, retomando lo que Hitler dejó inconcluso en Auschwitz, no ven ningún inconveniente en seguirse haciendo inmensamente ricos con ese negocio particular suyo llamado la Universidad Autónoma de Guadalajara).

Tras el fracaso de su costosa intentona de fanatizar a la Iglesia Católica justo en los años en que se estuvo celebrando el Concilio Vaticano Segundo, cualquiera diría que los extremistas se pondrían a meditar un poco, tal vez arrepintiéndose de sus actos malvados y quizá hasta buscando expiar tan graves pecados dedicándose mejor a obras pías en vez de insistir en andar desquiciando a las juventudes mexicanas. Pero esto es pedir demasiado, considerando que sus ídolos como Hitler, Goebbels, Himmler, el doctor Mengele y otros casos perdidos como ellos jamás mostraron arrepentimiento alguno, ni les regresó jamás el sano juicio a la cabeza.

Y así tenemos que, cuatro décadas después de que diera inicio el Concilio Vaticano Segundo, los desquiciados cerebros de la extrema derecha mexicana han regresado de nuevo al ataque montando otro complot, pero esta vez para tratar de seguir consolidando su control absoluto sobre las redes del poder en México que detentan a través de la Organización Nacional del Yunque y otras organizaciones satélites, usurpando para ellos el triunfo democrático dado por el pueblo de México en el año 2000 a un Vicente Fox que supo esconder muy bien sus afiliaciones con esta gente. Al fin y al cabo, si desde hace mucho tiempo ya se quedaron sin religión, ¿que les importa ello, si escondiéndose tras bambalinas pueden ir controlando más fuertemente día tras día los destinos de un país con más de 100 millones de habitantes sin que nadie les marque el alto? Si Hitler aún viviese, sin lugar a dudas que se sentiría extremadamente orgulloso de los herederos latinoamericanos de su causa.

¿Debe asombrar a alguien que los mismos que montaron tan ambicioso complot en contra de la Iglesia Católica estén montando ahora un ambicioso complot en contra de México? Lo único que ha cambiado son los medios, pero no las intenciones. Si antes el medio era un libro, ahora es una organización, la Organización Nacional del Yunque, la mayoría de cuyos miembros de base que están siendo usados como carne de cañón desconocen lo que realmente se está maquinando en los estratos superiores, aunque el hecho de que los obliguen a guardar secrecía bajo un abominable juramento de lealtad les debería inspirar desconfianza y despertar sospechas de que algo muy cochino se está cocinando ahí a espaldas del pueblo de México.